sábado, 10 de marzo de 2018

Hoy en La Sala, Isabelle Cruz.


Es un gusto recibir en el sofá rojo a una compatriota. Entre la música del mariachi, el tequila y las tortas de tamal, démosle la bienvenida a Isabelle Cruz.  (aplausos)

            Bienvenida a esta tu casa, hermosa, Isabelle.

Gracias por invitarme, Fabiola.

Antes de ponernos cómodas y con margarita de fresa en mano…

¿Cómo supiste que me gustan las margaritas? ;)

Ah, porque entre los muchos talentos que tenemos es este estudio, está también el de leer con claridad en la bola de cristal, jajajaja.
Es mentira, no tenemos artefactos mágicos ni nada por el estilo, simplemente nos gusta consentir a nuestros invitados.
Así que, con la canción “Cielito lindo” de fondo, quiero que brindemos por el simple hecho de estar aquí. ¡Salud!

¡Salud!
            
            Producción, ¡estas margaritas son una maravilla! Jajaja.

Entradas en calor y un tanto achispadas, cuéntame, hermosa, ¿quién es Isabelle? ¿Qué le apasiona?  

Isabelle es el nombre de pluma (o seudónimo) de una mexicana nacida en la CDMX, que estudió Comunicación porque en sus tiempos universitarios, no entendió que lo suyo, lo suyo, era la escritura. 
Desde niña adoro leer y conocer lugares nuevos.  Me apasiona la música latina; es la que uso para hacer ejercicio y, por supuesto, me encanta bailarla.
Me gusta el cine, el teatro, los museos…, ah, y los postres, (de los que debo cuidarme, jaja) por eso prefiero no hornear en casa, jajaja.
En mi niñez solía tener gatos (y tanto a una de mis hijas como a mí nos gustaría tenerlos de mascota), pero a mi esposo no le gustan, por lo que ahora tengo dos perros pastor alemán que son muy simpáticos.

Sé que antes de iniciar en el mundo de la romántica, te aventuraste en el maravilloso universo de los cuentos, ¿Qué fue lo que te motivo a dar semejante salto? ¿Cómo fue que llegaste a la Selección BdB?

Pues fíjate que fui “escritora de closet” por mucho tiempo.  Escribía romántica, que es uno de mis géneros favoritos, y, en efecto, las historias se quedaban en el proverbial cajón; no me animaba a compartirlos. 
Eso no sucedió con la literatura infantil.  Mi primer libro fue basado en una experiencia personal cuando mi esposo tuvo un jefe terrible y escribí una historia referente a unas niñas que le hacen vudú al jefe de su papá.  Fue una manera de desahogarme. (sonrisa)  Seguro que sabes lo terapéutica que puede ser la escritura. 

Por supuesto, es adictivo sentir el poder ilimitado de la pluma, ¿verdad? Saber que durante ese tiempo-espacio somo los dueños absolutos del todo, no tiene precio. Jejeje.

Bueno, pues ese libro se lo mostré a un maestro, quien me animó a buscar editorial.  Participé en un concurso internacional convocado por Editorial Norma y así fue que mi primer libro vio la luz.  Fue maravilloso.
Tengo otras novelas: una con el FOEM y otra con editorial Pearson, además de otros trabajos que están en distintas etapas del proceso.

¡Vaya! Eso aclara el misterio sobre los cuentos, pero, ¿qué hay tras la romántica?

Bueno, tras ese primer libro decidí tomar el “hobby” más en serio.  Empecé a tomar cursos y uno de ellos fue acerca de “Cómo escribir novela romántica”.  Tuve una muy buena maestra y ella conocía a las personas de Selección BdB o RNR.  Cuando terminé la novela, me sugirió enviárselas a dictamen. 
Me emocioné mucho cuando aceptaron el manuscrito.  ¡Es una sensación que jamás podría cansarme!

¿Fue difícil la transición del cuento a la novela romántica?

En parte sí, porque mis novelas infantiles están llenas de fantasía y Desde que te dije adiós es una novela realista.  A veces tengo la impresión que la realidad te “constriñe” un poco, como si las cosas debieran ser de cierta manera para parecer creíbles.  No sé si me explico.     

¿Por qué perfumes?

Por varios años trabajé dando clases de idiomas para los empleados de una empresa de perfumes y aquel mundo me pareció interesantísimo.  Los perfumistas perciben las cosas de modo distinto al nuestro y tienen una habilidad especial para reconocer olores.  Recuerdo mi asombro cuando una de mis alumnas me supo decir los elementos de la fragania que yo llevaba; identificó notas que yo no había registrado.  Así que quise aprovechar que estaba empadada de ese ambiente para inventar una historia que sucediera en un lugar similar.

¡Asombroso! Es, como bien dijiste, un mundo aparte, lleno de posibilidades.  Háblame un poco de tu perfumista de cabecera, jaja. ¿Quién es Lucía?

Ella es físicamente parecida a una perfumista que conocí. Su forma de ser es compleja; no quise que fuera una heroína perfecta, sino que tuviera contradicciones (como esa combinación de fortaleza y vulnerabilidad), aciertos y errores, fortalezas y debilidades… una de las cuales es Juan Carlos, por supuesto.
Ella debía ser femenina, inteligente, buena en el trabajo, pero es en su pasado donde están arraigados traumas e inseguridades, y, aunque ha querido enterrarlas, siguen ahí, latentes.

Juan Carlos es un personaje lleno de matices y contrastes, dime ¿qué lo hace tan especial?

No sé cómo es en tu caso, pero suelo desarrollar personajes masculinos que me gustarían a mí. Un poquito de alfa, un tanto de arrojo, inteligencia, pasión y también sex appeal. 

¡Vaya! Parece una receta de cocina de algo así como “preparando a su hombre ideal” jajaja. Pero así somos las escritoras con nuestros caballeros, les aderezamos con un poco de esto y un tanto de aquello, ¿Qué no?

No deben de ser perfectos, pero sí excepcionales en algún sentido. Yo creo que, en el caso de Juan Carlos, su forma de enfrentar las adversidades es lo que lo distingue y también su forma de querer, tan sólida, profunda e inacabable.  A eso súmale ojos de jeque árabe…

¡Boom! El toque explosivo en la receta, jaja. Sí, yo sé de eso.

Producción, más hielos por favor, esto se está poniendo un tanto caliente, jeje.

No sé qué tienen las chicas de seleccion que cada vez que se pasan por este sofá y hablan de sus protagonistas masculinos, la temperatura en el estudio parece subir unos cuantos grados. ¿Lo han notado?

En fin, en tu novela te adentraste en las aguas turbias de uno de los tantos temas polémicos; la discapacidad, lo cual me parece de lo más valiente porque sale totalmente del constante “chicas guapas e inteligentes, con hombres esculturales y perfectos”.

¿Cómo hiciste para mantener un sano equilibrio entre el romance y la estructuración lógica (y creíble) de los personajes?  

Fíjate que antes de esta obra hice un libro infantil que se llama Octavio, ¿un pug chiflado?, donde toco el tema de capacidades diferentes y creo que quedé sensibilizada con el tema.  ¿Ya ves cómo a veces se dan una serie de coincidencias que te llevan al mismo camino?  Pues dio la casualidad que por entonces me topé con una entrevista que le hicieron a María de Villota, una piloto de autos, que Nick Vujicic dio una conferencia en México y demás.
Cuando investigué más a fondo me encontré con un montón de personas excepcionales que logran superar circunstancias muy adversas y quise que Juan Carlos fuera como ellos.  De hecho, él está basado en un conferencista, mexicano también, que logró superar la discapacidad provocada por un accidente muy parecido y en un joven de escasos recursos que practica deporte a buen nivel, él es centroamericano, si no mal recuerdo.
Me parece que aquí lo importante es verlos antes como seres humanos, su discapacidad es solo una característica más que ellos mismos no permiten que los defina.  Como todos, Juan tuvo sus momentos de debilidad tanto física como emocional (por eso la crisis de salud sorpresiva), pero él no se deja vencer.
Por su parte, Lucía ya se había enamorado de él una vez y nunca pudo superarlo, además de que aprendió a ver la silla de ruedas de otra manera después de la enfermedad que acabó con la vida de su padre.
Algo que me gustó mucho fue que me dijeran unas lectoras que él les parecía de lo más atractivo.  Recuerdo haber sonreído, lograron ver más allá, igual que Lucía y Fabiola, tu tocaya, su otra admiradora.

Esas Fabiolas son tremendas, si lo sabré yo, jajaja.

¿Cuál fue el mayor problema al que te enfrentaste para desarrollar la historia?

En los límites, es decir, ¿qué tan enfermo va a estar Juan Carlos?  ¿Qué puede y que no puede hacer?  ¿Cómo serían sus relaciones sexuales?  ¿Qué tanto describir de ellas? 

Como ya es tradición, no te puedes ir sin someterte al sexometro del escritor. ¿Con cuál color se describe tu forma natural de narrar las escenas de amor?

Jajajaja.  Yo diría que sugerente.  Intenté que Juan Carlos fuera sexy y que las lectoras se sintieran cómodas a pesar de sus circunstancias.  Lo que quise reflejar fue todo el amor que llevaba guardado a lo largo de los años y esa especie de veneración que siente por Lucía.

En pocas palabras, nos das un amante generoso en atenciones y afecto. I love it!

¿Qué planes tienes después de tu primera novela con Selección?

Por el momento estoy en pausa con el romance porque tengo una novela juvenil que corregir y además estoy estudiando un diplomado en traducción.
Aunque ya tengo otro manuscrito que corregir por allí, es de reencuentro. No sé qué tengo yo con las historias de reencuentros, ¡ja!

¿Hay algo más que te gustaría compartir con tus lectores?

Pues solo que ojalá y se animen a conocer la historia de Juan Carlos y Lucía y que me hagan llegar sus comentarios.  ¡Me encanta saber sus opiniones y sugerencias!

Isabelle, como siempre es un gusto y un verdadero honor recibir a mis maravillosas compañeras en este sofá. Así que no te olvides de pasar por aquí, ya sabes que yo invito el mariachi y el tequila.

Arránquense señores con “El son de la negra”.

¡Salud, Isabelle!

¡Un placer Fabiola!  Mil gracias por la invitación y ojalá se repita.  A la próxima podemos probar otra de las recetas de margarita que menciona Lucía de su bar favorito ;)

Ya escucharon producción, “alguien” tendrá que sacrificarse y buscar ese guapo barman para sonsacarle las recetas, jejeje.  

¡Mil abrazos y buena vibra!  Me encantó tu manera de entrevistar.

Al contrario, gracias a ti, Isabelle.

Soy Fabiola Arellano, ¿quieres saber quién será mi siguiente victima?  Les daré una pista: Manhattan, corazones, intriga… Nos vemos a la próxima, ¡un beso!   



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